Santos Justo y Pastor

Santos Justo y Pastor

Justo y Pastor eran cristianos, recibieron el Bautismo en la comunidad cristiana de Complutum y crecieron conociendo las enseñanzas de Jesucristo, participando en la lectura de la Palabra, como muchos de los niños de las diferentes villas que había en las márgenes del río Henares, alrededor del año 300.


 Aprendieron de sus padres que nuestra vida es de Dios y que sólo en Él encontramos la felicidad. Hasta aquí todo es normal,  salvo una gran excepción: el cristianismo se había convertido en una religión prohibida. El emperador Diocleciano había ordenado destruir las iglesias cristianas y los libros sagrados, prohibiendo a los cristianos las reuniones, degradándolos y  tomándolos presos. Ordenó encarcelar a los clérigos. Las cárceles estaban tan llenas que, las autoridades romanas, ofrecían la libertad a quien ofreciese un sacrificio a los ídolos y torturaban a los que se resistían. Fue obligatorio para los cristianos hacer estos sacrificios a los dioses romanos y a la estatua del césar bajo penas muy severas que podían llegar hasta la muerte.

Esta persecución contra los cristianos la llevaba a cabo en Compluto el Prefecto Daciano.

Cuando llegó la orden del emperador, Justo y Pastor y toda su familia también serían llamados para renunciar de la fe cristiana y seguir viviendo como seguidores de los ídolos romanos. Sin embargo, el Espíritu de amor que Dios Padre había derramado en el corazón de Justo y Pastor, el día de su Bautismo, los movió a realizar una misión para la cual Dios los había elegido. Ellos comprendieron que debían dejar claro delante de aquellas personas incrédulas y delante de los demás cristianos de la comunidad que Dios está por encima de todo, que a Él pertenecemos, porque es nuestro Creador y Padre, que la vida con Él es la verdadera felicidad y que ese amor que ha puesto en nuestros corazones nos lleva a entregarnos entera y libremente a Él.

Llevados por este convencimiento interior, se presentaron en la casa del Prefecto Daciano para decirle que eran cristianos y no renunciarían jamás a su fe, que desobedecerían el edicto del emperador. Daciano, viendo que eran niños, intentó persuadirlos con buenas palabras y algunos regalos. Sin embargo los niños resistieron con fuerza ante aquellas ofertas que significaban seguir viviendo. Tenían claro que era el momento de profesar su fe en Jesucristo, aunque les costara la vida. Entonces, el prefecto mandó que los azotasen con varas en una cueva. Los niños maltratados y torturados no renegaron de su fe y amor a Dios. Fue entonces cuando, el 6 de agosto del año 306, Daciano, admirado de estos niños cabezotas, desobedientes y obstinados, ordenó que los sacasen fuera de la ciudad y los degollasen.

 El lugar del martirio fue un campo extramuros de Compluto (Campo Laudable); sobre una piedra cortaron primero la cabeza de Justo y luego la de Pastor. Los cristianos dieron sepultura a los cuerpos de los niños junto a la piedra de martirio. Sobre este enterramiento, los cristianos, levantaron una sencilla capilla de los mártires, donde se inició un culto más o menos clandestino. Y es donde se sitúa hoy la cripta de la Iglesia Catedral, de Alcalá de Henares la Magistral.

 Fiesta: 6 de agosto

Patronos de Alcalá de Henares y otras ciudades.

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