La Recompensa de la fe

La Recompensa de la fe. 01-07-2012

Marcos 5.21-43

21Cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se le reunió mucha gente, y él se quedó en la orilla. 22Llegó entonces uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, que al ver a Jesús se echó a sus pies 23suplicándole con insistencia:

–Mi hija se está muriendo: ven a poner tus manos sobre ella, para que sane y viva. 24Jesús fue con él, y mucha gente le acompañaba apretujándose a su alrededor. 25Entre la multitud había una mujer que desde hacía doce años estaba enferma, con hemorragias. 26Había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado cuanto tenía sin que le hubiera servido de nada. Al contrario, iba de mal en peor.

27Esta mujer, al saber lo que se decía de Jesús, se le acercó por detrás, entre la gente, y le tocó la capa. 28Porque pensaba: «Tan sólo con que toque su capa, quedaré sana.» 29Al momento se detuvo su hemorragia, y sintió en el cuerpo que ya estaba sanada de su enfermedad. 30Jesús, dándose cuenta de que había salido de él poder para sanar, se volvió a mirar a la gente y preguntó: –¿Quién me ha tocado? 31Sus discípulos le dijeron: –Ves que la gente te oprime por todas partes y preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?’ 32Pero Jesús seguía mirando a su alrededor para ver quién le había tocado. 33Entonces

la mujer, temblando de miedo y sabiendo lo que le había sucedido, fue y se arrodilló delante de él, y le contó toda la verdad. 34Jesús le dijo: –Hija, por tu fe has sido sanada. Vete tranquila y libre ya de tu enfermedad. 35Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegaron unos de casa del jefe de la sinagoga

a decirle al padre de la niña: –Tu hija ha muerto. ¿Para qué molestar más al Maestro? 36Pero Jesús, sin hacer caso de ellos, dijo al jefe de la sinagoga: –No tengas miedo. Cree solamente.

37Y sin dejar que nadie le acompañara, aparte de Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago, 38se dirigió a casa del jefe de la sinagoga. Allí, al ver el alboroto y la gente que lloraba y gritaba, 39entró y les dijo: –¿Por qué alborotáis y lloráis de esa manera? La niña no está muerta, sino dormida.

40La gente se burlaba de Jesús, pero él los hizo salir a todos, y tomando al padre, a la madre y a los que le acompañaban, entró donde estaba la niña. 41La tomó de la mano y le dijo: –Talita, cum (que significa: «Muchacha, a ti te digo: levántate»). 42Al momento, la muchacha, que tenía doce años, se levantó y echó a andar. Y la gente se quedó muy impresionada. 43Jesús ordenó severamente que no se lo contaran a nadie, y luego mandó que dieran de comer a la niña.

Otras lecturas: Job 38.1, 8-11; Salmo 107.23-26, 28-31; 2 Corintios 5.14-17

LECTIO:

En el Evangelio de hoy Marcos ha entrelazado hábilmente dos historias de curación. La principal es la de Jairo y su hija, pero agazapada en su interior encontramos otra curación. Las dos historias comparten cierto número de similitudes: Jairo y la mujer muestran gran fe en Jesús y ambos están desesperados. Jesús responde con compasión. Tanto la mujer como la hija de Jairo quedan curadas.

Jairo era uno de los jefes de la sinagoga local; sin embargo, está dispuesto a humillarse y, delante de todos, se arroja a los pies de Jesús para rogarle que cure a su hija. Este es el gesto de un padre desesperado que, por amor a su hija, está preparado para abandonar todo orgullo y prudencia y ponerse a merced de la misericordia de Jesús. Poco después, la fe de Jairo se verá sometida a una nueva prueba: mientras van camino de su casa le llega la noticia de que ha muerto su hija. Incluso le instan a desistir en su empeño, pero Jesús le da ánimo: ‘No tengas miedo. Cree solamente’. La mujer lleva doce años sufriendo de graves hemorragias. Jesús es su única esperanza. Pero piensa que no le impondrá las manos porque es ‘impura’ según las leyes religiosas. Así que, si al menos puede tocarle cuando nadie se dé cuenta, puede quedar curada.

MEDITATIO:

¿Cómo mostraron Jairo y la mujer su fe en Jesús?

Jairo se dirigió a Jesús en favor de su hija. La mujer expresó su fe mediante sus acciones más que con sus palabras. Considera qué lecciones podemos aprender sobre la fe a partir de las dos historias.

A Jairo le tentaron otros para que desistiese. ¿Qué le ayudó a mantener su fe en Jesús? ¿Qué ha puesto a prueba tu fe y, sin embargo, sigues confiando en Jesús?

ORATIO:

El Salmo 30 es un cántico de alabanza por una curación que procede de Dios. Usa estas mismas palabras para dar gracias a Dios por la curación espiritual, emocional y física que ha traído a tu vida. Considera si tú, lo mismo que Jairo, puedes buscar el auxilio de Jesús en favor de alguien a quien quieres.

CONTEMPLATIO:

En el libro de la Sabiduría 1.13-15, 2.23-24 leemos que Dios nos hizo a su imagen y se preocupa de nuestra salud. Tal vez sea esto lo que explica por qué curaba Jesús a tanta gente. En 2 Corintios 8.7, 9, 13-15 Pablo reflexiona sobre las acciones bondadosas de Jesús. Insta a los cristianos a ser tan generosos como Jesús compartiendo con los demás cuanto tienen

                            Lectio Divina de Sociedad Bíblica España

Difícil, pero no imposible. Lección del Bautista

Difícil, pero no imposible. Lección del Bautista

Normalmente de los santos lo que celebramos es su nacer eterno para el cielo, el dies natalis, día del nacimiento. Pero hay tres excepciones: Jesús, María y Juan el Bautista. De ellos tres celebramos el día en el que nacieron gloriosamente en la casa del Padre Dios tras la muerte o dormición, y el día en el que nacieron terrenalmente en nuestra historia. En este caso lo hacemos del pariente de la Virgen y de Jesús: Juan el Bautista, que nació de los ancianos Zacarías e Isabel.

Jesús tiene una expresión llena de elogio hacia su primo Juan Bautista: que no ha nacido de mujer nadie más grande que él, dirá el Señor. No se trataba de un piropo que quedaba en familia, sino de una certeza que atestiguaba la grandeza de Dios, que hace posible lo que para nosotros tantas veces es imposible. En efecto, se trataba de un milagro el nacimiento de aquel niño: nacerá de una mujer estéril y anciana, ante el estupor de su anciano esposo que no se lo terminaba de creer. Y como blasón de credibilidad se dirá aquello: para Dios nada hay imposible.

A María se le dará esa señal para que crea que quien de ella nacerá, aún siendo virgen, también será posible. Mira a tu prima Isabel, que ya está de seis meses la que llamaban estéril. Y María creyó. Estamos, pues, ante historias totalmente singulares que sólo y únicamente se han dado en el caso de estas mujeres parientes con el nacimiento de sus sendos hijos. Pero lo que supone como confianza, como fe, sí que es algo que nos afecta a nosotros: lo que para nuestras fuerzas e ingenio puede resultar imposible, se torna en posibilidad si nos dejamos iluminar por Dios, acompañar por su cercanía, dejándonos mover por lo que Él de tantos modos nos propone.

    Juan Bautista nacerá con la misión profética de anunciar las buenas noticias de Dios y de denunciar todo aquello que ofende al Señor porque destruye a sus hijos. Él vino para preparar los caminos que el Señor frecuenta en nuestras vidas. Juan nació con esta misión, en ella creció y por ella dará la vida. Todo un recorrido que nos ayuda a nosotros, tantos siglos después a confrontar nuestra vida cristiana con los retos actuales en los que también se nos ha confiado una misión como hijos de Dios, como hijos de la Iglesia y como hijos de nuestra generación. Ahí está el reto que se nos plantea con empeño y creatividad para acertar en el testimonio de nuestra fe para nuestra época concreta. Las cosas pueden ser difíciles, pero no imposibles para quienes vamos de la mano del Señor.

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm

Arzobispo de Oviedo

24 de junio de 2012

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En la oración aprendemos a ver los signos del plan misericordioso de Dios

‘En la oración aprendemos a ver los signos del plan misericordioso de Dios’

Meditación de Benedicto XVI en la Audiencia General

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 20 junio 2012.- La Audiencia General de esta mañana ha tenido lugar a las 10,30 en el Aula Pablo VI, donde Benedicto XVI se encontró con grupos de peregrinos llegados de Italia y de
otros países. En el discurso en lengua italiana, el papa, siguiendo su catequesis sobre la oración en las Cartas de san Pablo, centró su meditación en el primer capítulo de la Carta a los Efesios. Ofrecemos el texto de la meditación del papa.

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Queridos hermanos y hermanas:

Nuestra oración es muy a menudo, una petición de ayuda en momentos de necesidad. Y esto es normal para el hombre porque necesitamos ayuda, necesitamos de los demás, necesitamos de Dios. Así es que para nosotros es normal pedirle algo a Dios, buscar su ayuda; y debemos tener en cuenta que la oración que el Señor nos enseñó: el «Padre nuestro» es una oración de petición, y con esta oración el Señor nos enseña la importancia de nuestra oración, limpia y purifica nuestros deseos, y de este modo limpia y purifica nuestro corazón. Así es que, si de por sí es algo normal que en la oración pidamos alguna cosa, no debería ser siempre así.

Hay también ocasión para dar gracias, y si estamos atentos, veremos que recibimos de Dios tantas cosas buenas: es tan bueno con nosotros que conviene, es necesario darle gracias. Y esta debe ser también una oración de alabanza: si nuestro corazón está abierto, a pesar de todos los problemas, apreciamos también la belleza de su creación, la bondad que nos muestra en su creación. Por lo tanto, no solo debemos pedirle, sino también alabar y dar gracias: solo así nuestra oración es completa. En sus cartas, san Pablo no habla solo de la oración, sino que también presenta oraciones de petición, oraciones de alabanza y de bendición por lo que Dios ha hecho y sigue realizando en la historia de la humanidad.

Y hoy quisiera detenerme en el primer capítulo de la Carta a los Efesios, que comienza justamente con una oración, que es un himno de bendición, una expresión de gratitud, de alegría. San Pablo bendice a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, porque en Él nos hizo «conocer el misterio de su voluntad» (Ef. 1,9). En realidad hay razón para dar gracias porque Dios nos hace conocer lo que está oculto: su voluntad con nosotros, para nosotros, «el misterio de su voluntad.» «Mysterion«, «Misterio»: un término que se repite con frecuencia en la sagrada escritura y en la liturgia. No quisiera entrar ahora en la filología, pero en el lenguaje común significa lo que no se puede conocer, una realidad que no podemos abarcar con nuestra propia inteligencia. El himno que abre la Carta a los Efesios nos lleva de la mano hacia un significado más profundo de este término y de la realidad que nos muestra. Para los creyentes, el «misterio» no es tanto lo desconocido, sino sobre todo la voluntad misericordiosa de Dios, su diseño de amor que en Jesucristo se ha revelado plenamente y nos da la posibilidad de «comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y profundidad, y conocer el amor de Cristo» (Ef. 3,18-19).

El «misterio desconocido» de Dios se ha revelado, y es que Dios nos ama, y nos ama desde el principio, desde la eternidad. Detengámonos un poco sobre esta oración solemne y profunda. «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo» (Ef. 1,3). San Pablo utiliza el verbo «euloghein«, que normalmente traduce la palabra hebrea «barak«: que es alabar, glorificar, dar gracias a Dios Padre como el origen de los bienes de la salvación, como Aquel que «nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo». El Apóstol agradece y alaba, pero también reflexiona sobre las razones que empujan al hombre a esta alabanza, a este agradecimiento presentando los elementos clave del plan divino y sus etapas. En primer lugar tenemos que bendecir a Dios Padre porque –como escribe san Pablo–, Él «nos escogió antes de la creación del mundo para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor» (v. 4). Lo que nos hace santos y sin mancha es la caridad.

Dios nos ha llamado a la existencia, a la santidad. Y esta elección precede incluso a la creación del mundo. Desde siempre hemos estado en su plan, en su mente. Con el profeta Jeremías, podemos decir también nosotros que antes de formarnos en el vientre de nuestra madre, Él ya nos ha conocido (cf. Jr. 1,5); y conociéndonos nos ha amado. La vocación a la santidad, es decir, a la comunión con Dios, pertenece al plan eterno de este Dios, un diseño que se extiende en la historia y abarca a todos los hombres y mujeres del mundo, porque es una llamada universal. Dios no excluye a nadie, su plan es solo de amor. San Juan Crisóstomo dice: «Dios mismo nos ha hecho santos, por lo que estamos llamados a ser santos. Santo es aquel que vive en la fe» (Omelie sulla Lettera agli Efesini, 1,1,4). San Pablo continúa: Dios nos ha predestinado, nos ha elegido para ser «hijos adoptivos por medio de Jesucristo», a ser incorporados en su Hijo unigénito.

El Apóstol pone de relieve la generosidad de este maravilloso plan de Dios para la humanidad. Dios nos escoge no porque seamos buenos, sino porque Él es bueno. En la antigüedad había una palabra sobre la bondad: bonum est diffusivum sui; el bien se comunica, es parte de la esencia del bien que se comunique, que se extienda. Es así porque Dios es la bondad, es la comunicación de la bondad, Él quiere comunicar; Él crea porque quiere comunicarnos su bondad y hacernos buenos y santos. En el centro de la oración de bendición, el Apóstol muestra la forma en que se lleva a cabo el plan de salvación del Padre en Cristo, en su Hijo amado. Escribe: «En él tenemos por medio de su sangre la redención, el perdón de los delitos, según la riqueza de su gracia» (Ef. 1,7).

El sacrificio de la cruz de Cristo es el acontecimiento único e irrepetible con el que el Padre ha demostrado brillantemente su amor por nosotros, no solo con palabras, sino en términos concretos. Dios es tan real y su amor es tan real que entra en la historia, se hace hombre para sentir qué es, cómo es vivir en este mundo creado, y acepta el camino de sufrimiento de la pasión, sometido también a la muerte. Así de real es el amor de Dios, que participa no solo en nuestro ser, sino en nuestro sufrir y morir. El sacrificio de la cruz significa que llegamos a ser «propiedad de Dios», porque la sangre de Cristo nos ha rescatado del pecado, nos limpia de todo mal, nos saca de la esclavitud del pecado y de la muerte. San Pablo nos invita a considerar qué tan profundo es el amor de Dios que transforma la historia, que ha transformado su vida de perseguidor de los cristianos a un apóstol incansable del Evangelio. Se hacen eco una vez más, las tranquilizadoras palabras de la Carta a los Romanos: «Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él graciosamente todas las cosas?… Estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades, ni la altura ni la profundidad, ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro» (Rm. 8,31-32.38-39). Esta certeza –Dios está por nosotros, y ninguna criatura podrá separarnos de Él, porque su amor es más fuerte–, tenemos que insertarla en nuestro ser, en nuestra conciencia de cristianos. Por último, la bendición divina se cierra con una referencia al Espíritu Santo que ha sido derramado en nuestros corazones; el Paráclito que hemos recibido como un sello prometido: «Él –dice Pablo–, es prenda de nuestra herencia, para redención del Pueblo de su posesión, para alabanza de su gloria» (Ef. 1,14).

La redención no es todavía completa –lo escuchamos–, pero encontrará su plena realización cuando aquellos que Dios ha adquirido sean totalmente salvos. Nosotros todavía estamos en el camino de la redención, cuya realidad esencial se ha dado con la muerte y resurrección de Jesús. Estamos en el camino a la redención definitiva, hacia la plena liberación de los hijos de Dios. Y el Espíritu Santo es la certeza de que Dios llevará a cumplimiento su plan de salvación, cuando conduzca «a Cristo por cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra» (Ef. 1,10). San Juan Crisóstomo comenta sobre este punto: «Dios nos escogió por la fe y ha marcado en nosotros el sello de la herencia de la gloria futura» (Omelie sulla Lettera agli Efesini 2,11-14). Tenemos que aceptar que el camino de nuestra redención es también nuestro camino, porque Dios quiere criaturas libres, que digan libremente que sí; pero es sobre todo y primero, Su camino. Estamos en sus manos y ahora es nuestra libertad el ir en el camino abierto por Él. Vamos por este camino de la redención, junto con Cristo, y sentimos que la redención se realiza. La visión que nos presenta san Pablo en esta gran oración de bendición, nos ha llevado a contemplar la acción de las tres Personas de la Santísima Trinidad: el Padre que nos ha elegido antes de la fundación del mundo, ha pensado en nosotros y nos ha creado; el Hijo que nos ha redimido por su sangre, y la promesa del Espíritu Santo, prenda de nuestra redención y de la gloria futura.

En la oración constante, en la relación diaria con Dios, aprendemos también nosotros, como san Pablo, a distinguir con más claridad los signos de este diseño y de esta acción: de la belleza del Creador, en la belleza que surge de sus criaturas (cf. Ef 3,9 ), como lo canta san Francisco de Asís: «Alabado sea mi Señor, con todas tus criaturas» (FF 263). Es importante estar atento aún ahora, en el periodo de las vacaciones, a la belleza de la creación y ver revelarse en esta belleza el rostro de Dios. En sus vidas, los santos indican de modo brillante qué puede hacer el poder de Dios en la debilidad del hombre. Y puede hacerlo también con nosotros. En toda la historia de la salvación, en la que Dios se ha hecho cercano a nosotros y espera pacientemente nuestros tiempos, incluyendo nuestras infidelidades, alienta nuestros esfuerzos y nos guía. En la oración aprendemos a ver los signos de este plan misericordioso en el camino de la Iglesia. Así, crecemos en el amor de Dios, abriendo la puerta a fin de que la Santísima Trinidad venga a morar en nosotros, ilumine, caliente, guíe nuestra existencia. «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él» (Jn. 14,23), dice Jesús, prometiendo a sus discípulos el don del Espíritu Santo, que enseñará todo. San Ireneo dijo una vez que en la Encarnación el Espíritu Santo se ha habituado a estar en el hombre. En la oración, nosotros debemos habituarnos a estar con Dios. Esto es muy importante, que aprendamos a estar con Dios, y así veremos lo hermoso que es estar con Él, que es la redención.

Queridos amigos, cuando la oración alimenta nuestra vida espiritual nos volvemos capaces de conservar aquello que san Pablo llama «el misterio de la fe» en una conciencia pura (cf. 1 Tm. 3,9). La oración como una forma de «acostumbrarse» a estar junto a Dios, crea hombres y mujeres animados no por el egoísmo, del deseo de poseer, de la sed de poder, sino de la gratuidad, del deseo de amar, de la sed por servir, es decir, animados por Dios; y solo así se puede llevar luz a la oscuridad del mundo. Quisiera concluir esta catequesis con el epílogo de la Carta a los Romanos. Con san Pablo, también nosotros damos gloria a Dios porque nos ha dicho todo acerca de sí en Jesucristo y nos ha dado al Consolador, el Espíritu de la verdad. San Pablo escribe al final de la Carta a los Romanos: «A Aquel que puede consolidarlos conforme al Evangelio mío y la predicación de Jesucristo: revelación de un Misterio mantenido en secreto durante siglos eternos, pero manifestado al presente, por las Escrituras que lo predicen, por disposición del Dios eterno, dado a conocer a todos los gentiles para obediencia de la fe, a Dios, el único sabio, por Jesucristo, ¡a él la gloria por los siglos de los siglos! Amén» (16, 25-27). Gracias.

Milagro en el lago

Milagro en el lago. 24-06-2012

Marcos 4. 35-41

35Al anochecer de aquel mismo día, Jesús dijo a sus discípulos:

–Pasemos a la otra orilla del lago.

36Entonces despidieron a la gente y llevaron a Jesús en la misma barca en que se encontraba. Otras barcas le acompañaban. 37De pronto se desató una tormenta; y el viento era tan fuerte, que las olas, cayendo sobre la barca, comenzaron a llenarla de agua. 38Pero Jesús se había dormido en la parte de popa, apoyado sobre una almohada.

Le despertaron y le dijeron: –¡Maestro!, ¿no te importa que nos estemos hundiendo?

39Jesús se levantó, dio una orden al viento y le dijo al mar: –¡Silencio! ¡Cállate! El viento se detuvo y todo quedó completamente en calma. 40Después dijo Jesús a sus discípulos: –¿Por qué tanto miedo? ¿Todavía no tenéis fe? 41Y ellos, muy asustados, se preguntaban unos a otros: –¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?

Otras lecturas: Job 38.1, 8-11; Salmo 107.23-26, 28-31; 2 Corintios 5.14-17

LECTIO:

Marcos utiliza este incidente para arrojar una intensa luz sobre Jesús, su personalidad y su identidad. Con sólo un par de palabras, Jesús da orden a los elementos, algo que normalmente sólo Dios puede hacer.

La situación es al mismo tiempo una prueba para los discípulos. Jesús y sus discípulos están atravesando en barca el lago de Galilea. De repente, se desata una tormenta y las olas amenazan con hundir el barco. Descubrimos que Jesús está profundamente dormido en la parte de popa. Los discípulos se apresuran a despertarlo y le reprochan que no le importe que estén a punto de morir.

Jesús se mantiene en calma y sereno. Da una orden al viento y pide al mar que se calle. Cesa la tormenta y entonces Jesús reprende a sus discípulos por su falta de fe y por haber tenido miedo. No han superado la prueba.

Parece que su experiencia y la intervención de Jesús dejaron profundamente sobrecogidos a los discípulos. Siguen asustados y se preguntan quién es ese que al que ‘hasta el viento y el mar le obedecen’.

MEDITATIO:

Las palabras y acciones de los discípulos, ¿qué crees que ponen de manifiesto sobre sus ideas respecto a Jesús?

¿Qué nos revela este pasaje sobre la verdadera identidad de Jesús? ¿Qué lecciones podemos sacar de él?

Compara con la reacción de Jesús la reacción de los discípulos ante esta situación peligrosa. Jesús no quiere que domine en nosotros el miedo, sino la paz y la fe en él.

¿Qué podemos hacer cuando nos encontramos en situaciones de peligro? A veces nos volvemos a Jesús como último recurso, cuando en realidad debería ser nuestro primer pensamiento.

ORATIO:

El Salmo 107.23-31 nos habla de los viajes en barco mucho antes de la época de Jesús. Los marinos dependían por completo de Dios y en muchos sentidos los acontecimientos se parecen a las tormentas y a la calma de nuestras propias vidas.

Mientras oras recitando este Salmo, pídele a Dios que te haga recordar algunas de las ‘tormentas’ que has sorteado con su ayuda. ¿Por qué no las pones por escrito en tu cuaderno de notas? La próxima vez que se te avecine una tormenta, mira tus notas y lee este salmo para acordarte de que Dios te ayudará a superarla.

CONTEMPLATIO:

Dios está siempre con nosotros y es más que capaz de mantener bajo su control las circunstancias que nos rodean. El pobre Job, ya anciano, expuso sus quejas a Dios.

No era de extrañar, después de todo lo que había padecido. Pero en Job 38.8-11 Dios le reprende y le pregunta dónde se encontraba cuando él estaba creando la tierra. Es evidente que no estaba allí, pero las obras de Dios nos recuerdan lo inmenso que es su poder.

En 2 Corintios 5.14-17, Pablo nos recuerda que cuando creemos en Jesús comenzamos una vida espiritual totalmente nueva. Desde ese instante, el amor a Jesús debería ser nuestra fuerza motriz. Ya no deberíamos vivir nuestra existencia para complacernos a nosotros mismos, sino que, como el viento y las olas, deberíamos estar dispuestos a obedecer a Jesús..

                            Lectio Divina de Sociedad Bíblica España

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VISITAS AL BLOG DEL SECRETARIADO DE CATEQUESIS

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Desde el Secretariado de Catequesis damos las gracias a todas las personas que con su apoyo, estimulo e interés por los temas de la catequesis, nos han seguido a través de este sencillo blog del secretariado.

Mirando las visitas que hemos recibido de muchos países, hemos llegado sin pensarlo, a gran parte de personas deseosas de conocer temas relacionados con la catequesis.

Es una herramienta que ponemos a vuestra disposición para que nuestra tarea sea cada día mas evangelizadora.

Es mucho lo que nos falta por hacer, mucho lo que entre todos podemos construir, siempre que pongamos a Jesucristo, como centro de nuestras vidas.

Seguiremos caminando juntos, haciendo Iglesia.

Feliz descanso y hasta el curso próximo, Dios mediante.

Manuel López López.

Director del Secretariado de Catequesis

Diócesis de Cádiz y Ceuta.

 

 

 

 

 

 

Se inaugura un nuevo curso bíblico de S.M. Formación

Se inaugura un nuevo curso bíblico de S.M. Formación

Inscripciones abiertas para la educación ‘on line’

ROMA, viernes 15 junio 2012.- El programa SM Formación anuncia el inicio –el próximo 18 de junio–, del curso «Introducción a la Sagrada Escritura», en el que se abordarán las diferentes disciplinas que ayudan a comprender los textos sagrados, así como su adecuada relación con la tradición de la Iglesia.

Con 30 horas de duración, los objetivos de este curso son esclarecer algunas cuestiones fundamentales para una recta lectura y comprensión de los libros sagrados y explicar cómo y en qué medida, cada página de la Biblia es y ha de ser considerada «Palabra de Dios».

Los temas que forman parte de este programa formativo, que va hasta el 27 de julio, son: ‘La inspiración de la Biblia’, ‘El canon de la Biblia’, ‘El texto de la Biblia’ y concluye con ‘La interpretación de la Biblia’.

Los siguientes cursos, que empezarán entre julio y octubre, son: Iniciación a la lectura de la Biblia-Antiguo Testamento, Teología Moral y Doctrina Social, Cristología y Pedagogía Religiosa I.

Más información e inscripciones: www.smformacion.com.

No somos nosotros la medida

No somos nosotros la medida (Mc 4, 26-34)

    Nos dice el final del Evangelio de este domingo que Jesús hablaba en parábolas. No era un dialecto especial, ni un idioma extraño. Era el modo sencillo de traducir de mil modos el misterio del que era portador y portavoz a la vez. No acudía a las alambicadas explicaciones de los letrados, tan obtusas como poco fiables, porque decían con palabras y palabrerías lo que luego no gritaba la vida.

    Pone dos ejemplos Jesús. Los dos del ámbito agrario. Se ve que sus oyentes se dedicaban a este menester como trabajo. Un sembrador echa la simiente y se va a descansar. No sabe cómo, pero la semilla crece y madura, y se va formando hasta germinar. Llegado ese momento, está lista para la siega. Realmente impresiona la forma tan sencilla de explicar que hay cosas que no dependen de nosotros, aunque en algún momento se cuente con nosotros. Así es la vida de Dios que siembra su palabra en el surco de nuestra libertad, de nuestra inteligencia, de nuestro corazón. No sabemos tampoco nosotros cómo, pero el hecho es que hay cosas que van adelante, se enderezan, logran su armonía, y se les devuelve la bondad y la belleza primigenias. Es la callada labor de un Dios paciente que no deja de trabajar incluso cuando nosotros andamos distraídos, torpes, ausentes. El resultado bendito es una gracia madura que no es fruto de nuestro cálculo ni el resultado de nuestra conquista.

    El segundo ejemplo, parábola también, es el del grano de mostaza. Bien pequeño, el más donde los haya. Y sin embargo, cayendo en la tierra buena y dejándola crecer, logra hacerse grande quien comenzara diminuta. Tanto, tanto crece, que aventaja a otras hortalizas, y hasta en sus ramas se cobijan los pájaros, y hasta anidan en ellas. Pero todo comenzó por una semilla pequeña como la mostaza. Así la vida, así cada pequeño gesto, cada pequeño perdón, cada pequeña esperanza… que sembrada esa pequeñez en la grandeza de Dios, da como resultado ver crecer lo que no es fruto de nuestra medida.

    Jesús hablaba así, con palabras que todos entendían, en las que era fácil reconocerse y comprobar aquellas gentes que cuanto les decía sencillamente les correspondía. Por eso estas parábolas se escuchaban como quien oye una buena noticia, y no dudaban en comparar con otros predicadores para venir a concluir que Jesús tenía verdadera autoridad.

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm

Arzobispo de Oviedo

Domingo, 17 de junio de 2012

11º del Tiempo Ordinario)

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El Reino de Dios en nosotros. 17-06-2012

El Reino de Dios en nosotros. 17-06-2012

Marcos 4.26-34

26Jesús dijo también: «Con el reino de Dios sucede como con el hombre que siembra en la tierra: 27que lo mismo si duerme que si está despierto, lo mismo de noche que de día, la semilla nace y crece sin que él sepa cómo. 28Y es que la tierra produce por sí misma: primero brota una hierba, luego se forma la espiga y, por último, el grano que llena la espiga. 29Y cuando el grano ya está maduro, se siega, porque ha llegado el tiempo de la cosecha».

30También dijo Jesús: «¿A qué se parece el reino de Dios, o con qué podremos compararlo? 31Es como una semilla de mostaza que se siembra en la tierra. Es la más pequeña de todas las semillas del mundo; 32pero, una vez sembrada, crece y se hace mayor que cualquiera otra planta del huerto, y echa ramas tan grandes que hasta los pájaros pueden anidar a su sombra.»

33De esta manera les enseñaba Jesús el mensaje, por medio de muchas parábolas como estas y hasta donde podían comprender. 34No les decía nada sin parábolas, aunque a sus discípulos se lo explicaba todo aparte…

Otras lecturas: Ezequiel 17.22-24; Salmo 92.2-3, 13-16; 2 Corintios 5.6-10

LECTIO:

El ‘Reino de Dios’ o, como lo llama Mateo, el ‘Reino de los Cielos’, representa la nueva vida espiritual que Jesús ofrece a cualquiera que esté dispuesto a escuchar y aceptar sus enseñanzas. A Jesús le gusta utilizar parábolas para exponer este género de vida al público en general, pero a sus seguidores íntimos les explica su doctrina con más detalle.

Las parábolas son relatos cortos destinados a crear una imagen en la mente del oyente. Jesús, simplemente, utiliza situaciones y acontecimientos cotidianos y sencillos para mostrar cómo será su reino y el estilo de vida que deben tener quienes vivan en él.

La primera parábola demuestra cómo actúa Dios, a menudo bajo la superficie, para producir una vida y un crecimiento espirituales nuevos. Comienza con la siembra de la semilla que representa la predicación de la Palabra de Dios. El Reino de Dios empieza en la vida del individuo o en la sociedad, cuando se proclama la Palabra de Dios, pero su crecimiento depende del poder de Dios.

La parábola de la semilla de mostaza es la simplicidad misma: una semilla diminuta crece hasta acabar convirtiéndose en un árbol. En este caso, el contraste de tamaño es significativo: la diminuta semilla, a primera vista insignificante, se convierte en algo de envergadura. Puede interpretarse que la semilla de mostaza representa tanto a la Iglesia como a la vida espiritual de los cristianos individuales, como tú o como yo

MEDITATIO:

¿Recuerdas quién sembró en tu vida la Palabra de Dios que empezó a cambiarte?

¿Ha crecido o profundizado tu vida espiritual desde aquellos comienzos? ¿Puedes describir los cambios? ¿Cómo puedes contribuir a ese crecimiento?

¿Has sembrado la Palabra de Dios en las vidas de otros? Esto podría realizarse al explicarle tu fe a alguien que no cree en Jesús. O podría ser ayudando a algún amigo cristiano recordándole uno o dos versículos de la Biblia. Pídele al Espíritu Santo que te muestre cómo desempeñar tu papel en la siembra de la semilla.

ORATIO:

En el Salmo 92, el salmista desarrolla la idea de las semillas que se convierten en plantas y árboles y son imagen del justo. Esta semana únete al salmista para proclamar el amor de Dios por la mañana, y por la noche su fidelidad.

Pídele a Dios que te muestre cómo echar raíces más profundas en él para que tu vida se vuelva fuerte y fructífera, tal como nos invitan a ser los versículos 13-16.

CONTEMPLATIO:

En Ezequiel 17.22-24 se compara al pueblo de Dios y su vida espiritual con un árbol plantado en lo alto de un monte. Quien planta, hace crecer, marchita y hace revivir la planta es Dios. Fíjate en los paralelos con la lectura del Evangelio de hoy.

En 2 Corintios 5.6-10 se nos recuerda que nuestra vida depende de la fe, no de la visión (versículo 7) y que nuestro deseo debería ser, más que nada, agradar a Dios.

                            Lectio Divina de Sociedad Bíblica España

CURSILLO EN LOS ARCIPRESTAZGOS DE ALGECIRAS

CURSILLO EN LOS ARCIPRESTAZGOS DE ALGECIRAS.

El día 1 de Junio el director del Secretariado de Catequesis, comenzaba a impartir los cursillos programados para este mes de junio, en Algeciras.

La asistencia fue buena, más de cincuenta personas. Fue un momento para valorar lo que tenemos, en lugar de añorar lo que nos falta.

El Encuentro se inicio con una oración ante el Santísimo Sacramento en la Parroquia de la Santísima Trinidad.

Acto seguimos pasamos a los salones, recién estrenados, para tener el cursillo de formación. Todos los presentes elogiamos las instalaciones que la parroquia tiene para reuniones, catequesis y diversas actividades. El entorno donde tenemos las catequesis también es importante. Felicidades a la comunidad Trinitaria por esta apuesta decidida

Para terminar se recordó el cursillo previsto en el mes de septiembre para todas las personas que se iniciarán en las tareas de la catequesis. Tendrá una duración de dos días, en horario de tarde.

A continuación pasamos a otro salón para tener un final de curso compartiendo no solo el alimento espiritual, sino el material realizado por los catequistas asistentes.

A las diecinueve treinta tuvo lugar la celebración de la Eucaristía parroquia, que daba clausura a todos los actos programados.