SEMANA DE LA FAMILIA. BARBATE. La juventud ante la crisis actual

«La juventud ante la crisis actual».

En el Instituto Torre del Tajo de Barbate se han reunido esta mañana los alumnos de cuarto de Educación Secundaria para tener una mesa redonda sobre «La juventud ante la crisis actual».

El tema ha sido preparado previamente por los profesores de Religión del Centro y coordinados por D. Manuel López.

En un salón de actos lleno por la asistencia de más de cien alumnos, ocho profesores y familias de Barbate dio comienzo la mesa redonda presidida por cuatro alumnos representantes de las diferentes aulas. Cada grupo participante ha ido desglosando las incidencias que tiene la crisis actual en las relaciones padres-hijos.

Se ha puesto de manifiesto que la crisis afecta a toda la familia y que los jóvenes también la padecen y sufren.

Ropa: La crisis actual hace que no se pueda comprar toda la ropa que antes se compraba y esto genera conflicto dentro de la misma familia. Por otro lado también esto genera conflicto con el resto de sus compañeros y amigos, al ver que ya no llevan ropa nueva o que la que compran ya no es de marca.

    Se ha debatido si es necesario tener ropa de marca para vestir bien, como alguno planteaba, o si la ropa de marca dura más que la que no tiene marca. En conclusión se ha llegado al acuerdo que la ropa es un accidente dentro de la persona, que lo importante no es el envoltorio, la ropa, sino el contenido.

    Que en muchos casos los jóvenes se empeñan en comprar ropa nueva, teniendo mucha en los armarios, sin estrenar. Y que la crisis nos puede hacer valorar más lo que tenemos y no meternos en un mundo del consumo y de la imagen exterior.

Vicios: La crisis económica también afecta en cuanto que tenemos que recortar los vicios: tabaco, alcohol, teléfono de última generación, internet en el móvil…

    No siempre se consigue ajustar a los presupuestos y en ocasiones hay jóvenes que fuerzan y obligan a sus padres para seguir en el mismo ritmo de vida, sin darse cuenta de que en muchos casos se puedes seguir así porque los padres suprimen necesidades básicas de la familia, «por el bien de sus hijos».

Estudios: Otra realidad que afecta a los jóvenes es el tema de una carrera. Algunos se plantean que no podrán estudiar lo que les gusta, porque ello supone una inversión económica que sus padres no pueden aguantar y tendrán que elegir otras carreras que sean menos costosas económicamente por vivir en Cádiz o necesitar menos dinero.

Convivencia: Todos los jóvenes constatan que en sus casas motivadas por la crisis económica hay clima de tensión y se originan conflictos familiares por el tema económico. Surgen las diferencias sobre dónde se debe gastar el dinero y en qué.

Después de un debate donde en momentos puntuales salía el acaloramiento por defender sus propias ideas, ha resultado muy enriquecedor. Se han escuchado las opiniones de todos los jóvenes que han querido participar y las de los profesores que desde su dimensión de educadores y padres de familia han puesto luz en este tema tan apasionante.

La vida y la verdad. Un criterio electoral

La vida y la verdad. Un criterio electoral

     Queridos hermanos y amigos: paz y bien. Se suceden de nuevo los tiempos de la elección, y la nueva convocatoria del domingo veinte de noviembre nos reclama a todos los ciudadanos una reflexión serena a la hora de depositar nuestro voto. Ya se ha hecho una indicación por parte de la Conferencia Episcopal Española, con una nota de la Comisión Permanente en la que se vuelven a recordar las cuestiones indiscutibles en las que los cristianos entendemos que no son asuntos menores, de coyuntura o de oportunidad. Efectivamente, a la hora de decidir con nuestro voto una nueva composición del parlamento, del que saldrá la fuerza política que podrá formar un equipo de gobierno, estamos decidiendo quién y cómo administrará la cosa pública, quién y cómo hará las leyes que hagan emanar, las que hubiera que modificar o suprimir de las ya legisladas, quién y cómo afrontará los retos que tenemos en el orden económico, cultural, educativo, social, quién y cómo enfocará nuestras relaciones regionales y las que tenemos en el plano internacional.

    Pero en el galimatías de desentrañar los quiénes y los cómo a lo que me estoy refiriendo, nosotros como cristianos no somos neutros. Y lo que una vez más decimos los obispos desde la doctrina social de la Iglesia al respecto, lo hacemos para recordar los referentes morales desde los que debemos ejercer este derecho ciudadano del voto en unas elecciones. Si callásemos, nos dirían que estamos al margen o que estamos tal vez otorgando con complicidad; si hablamos, no faltarán los habituales vociferantes en el sentido más propio de la expresión, para decir que los Obispos entramos en campaña, que sobra nuestra voz y nuestras reflexiones; y al exponer nuestros principios, que se derivan del evangelio, de la tradición cristiana y de nuestra particular manera de ver el mundo y el hombre con sus heridas y sus esperanzas, tampoco dejarán de estar quienes piensan que tomamos partido por esta o aquella formación política dándoles la razón o criticando su deriva.

    Nunca me he sentido rehén de nadie, cuando la libertad que nace de la verdad como dijo el Maestro (la Verdad os hará libres) me pide que hable o que calle. Ni busco el aplauso de nadie, ni temo desprecio alguno. Y con esta libertad cristiana, digo a los fieles católicos y a quien quiera escucharme algo sobre estas elecciones, no tanto pensando en el 20N, sino pensando en lo que viene después, cuando se pase página a este período de legislatura que ha sido el que es.

    La vida es un valor primordial, no moneda de cambio de oportunismo o demagogia que se calcula según las adhesiones o rechazo de un posible electorado. La vida no tiene parvedad de materia: la del no nacido, la del anciano o enfermo terminal, la vida de quien malvive por falta de libertad, de dignidad, de trabajo. Toda la vida nos importa, y con toda ella estamos comprometidos, porque la vida es sagrada y sólo la da o la quita Dios. Quienes confunden la manipulación de la vida con sus intereses de poder, no son aptos de la confianza, sino más bien reprobables por sus hechos, por sus leyes, por sus demagogias lingüísticas de géneros varios. No hay derecho a matar, sólo hay derecho a vivir cuando Dios nos ha llamado a la existencia. Y este derecho debe ser tutelado, debe ser protegido: desde el seno materno del no nacido, hasta el natural tramo final de una andadura humana, pasando por las mil circunstancias intermedias en donde la vida puede estar amenazada de tantos modos por zarpazos económicos, bélicos, terroristas y violentos de toda índole y catadura. La vida, importa. La vida no tiene color rojo, o azul, o arco iris, la vida es un buen punto de examen para plantearnos nuestro voto cristiano y humano con responsabilidad y sensatez.

    Hay otro tema que representa igualmente un momento de claridad en nuestro juicio electoral: la verdad. Porque la verdad se presenta como un gran test para analizar posturas de coherencia personal en candidatos, estrategias creíbles en los programas políticos para salir de las dificultades que atenazan a demasiada gente y a muchísimas familias. Cuando la mentira en todas sus formas se convierte en un arma política más, y no duelen prendas ni gastos a la hora de engañar a mansalva con tal de seguir obteniendo resultados de puro poder, estamos ante otro frente de personas o de posiciones partidistas que en su deshonestidad con son merecedores de una confianza por parte del pueblo. Hemos visto engañar demasiado en estos años, con enormes consecuencias para las personas y para un país como estamos ahora lamentando. Hay crisis que son demasiado complejas, y que sin duda son fruto de un sinfín de factores. Pero la gestión de esa crisis no puede hacerse desde la mentira, desde el engaño para atrincherarse en el poder a toda costa. La verdad también importa, y no tiene color alguno, sino el brillo de las cosas hechas con coherencia responsable.

    La familia, la educación, la convivencia en paz y sin crispaciones insidiosas, son asuntos a los que nos hemos referido los Obispos en esa nota de la Comisión Permanente.

    Hay muchos políticos honestos, que viven responsablemente su misión, que buscan con sinceridad el bien de sus conciudadanos. A todos ellos les damos las gracias por su labor al término de una legislatura. Pero sobre todo pedimos al Señor y deseamos de ellos que los que salgan elegidos en las urnas ejerzan su misión con altura de miras buscando el bien de las personas, especialmente de las más desfavorecidas.

    Recibid mi afecto y mi bendición.

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm

Arzobispo de Oviedo

20 de noviembre de 2011

Dios Rey que se hace súbdito


Dios Rey que se hace súbdito
(Mt 25, 31-46)

    Llegamos al término de todo un año en el que hemos ido acompañando a Jesús, Dios hecho hombre, a través de los diferentes momentos de su vida y ministerio redentor. Acabando el año cristiano se nos presenta una solemnidad del Señor que enmarca el sentido de este domingo último: Cristo Rey del Universo. Recordemos que Herodes, al comienzo de la vida del Señor, y Pilato al final, cada uno desde sus intereses, tuvieron miedo de este Jesús Rey. Pero la realeza de Jesús no era una alternativa política-religiosa de nadie, ni traía su persona ninguna subversión con apariencia piadosa y adentros revolucionarios. Ni Pilato ni Herodes entendieron la realeza de Jesús, y por eso la persiguieron cada uno a su modo. Su realeza, se ha ido presentando y desgranando como un auténtico servicio: reinar para servir. Por eso rechazará la propuesta de Satanás en la tentación del poderío (Mt 4,8); o se marchará lejos huyendo al monte cuando la gente quería coronarle rey tras la multiplicación de los panes y los peces (Jn 6,15). Jesús se reconoce rey, pero de otra manera. Es un rey que no tiene reparo en hacerse uno con los súbditos más desfavorecidos.

    El juicio final del que nos habla este Evangelio, en el cual estarán presentes todas las naciones ante el trono de la gloria del Hijo del Hombre, será precisamente el juicio de quien tanto ha amado a sus ovejas, como admirablemente dibuja Ezequiel en la 1ª lectura (Ez 34,11-16). Es la imagen del Buen Pastor que Jesús hará suya después (Jn 10,1-21). ¿Cómo temer el juicio de quien tanto nos amó.

    Pero este juicio misericordioso no sólo tendrá lugar solemnemente al final de los tiempos. Porque si la vida nueva consiste en encontrar, y reconocer, y amar al Hijo de Dios para permanecer así en la luz y en la verdad. Esto es lo que nos dice la parábola de este Evangelio desde la estrecha vinculación que el rey-pastor Jesús hace de su persona con cada uno de los hombres, especialmente los más desfavorecidos.

    Por eso hemos de repetir otra vez que debemos vigilar sobre nuestra fe y nuestra vida cristiana, pero no al modo pagano: «por si acaso viene Dios y nos pilla» (actitud típica de quien sólo revisa y «pone al día» su cristianismo ante determinadas situaciones: boda, primera comunión de los hijos, una operación o cualquier otro peligro de muerte, etc.). Dios no es ese inevitable intruso en nuestra vida, del que se puede prescindir y al que se trata de esquinar. El juicio final está continuamente anticipado en lo cotidiano de nuestra vida. El cristianismo no puede zanjarse en un curso intensivo, habiendo vivido descristianamente el resto de la vida. De la misma manera que cuanto decimos y hacemos por Jesús, tiene una verificación también cotidiana en el amor al prójimo: «os aseguro que cuanto hicisteis con uno de esos mis humildes hermanos, conmigo lo hicísteis» (Mt 25,40).

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm

Arzobispo de Oviedo

Domingo 34º Tiempo ordinario

20 de noviembre 2011


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