ENTRE LOS PUCHEROS (Mc 6,1-6)

ENTRE LOS PUCHEROS (Mc 6,1-6)

 

    Hay personas, con tono de añoranza, que afirman que habrían sido muy afortunadas si hubieran podido conocer personalmente a Jesús. Y añaden que su fe sería mucho más fuerte y firme, más contagiosa y misionera, si hubiera sido alimentada por la experiencia incluso física y sensible de haber visto y oído al Señor. Es fácil adivinar lo gratificante que sería para todo cristiano el poder escuchar a Jesús y caminar a su lado y tras Él, como lo hicieron sus inmediatos discípulos, compartiendo sus andanzas, sus signos y milagros. Sería muy gratificante, sí, pero esto no da la fe.

    El Evangelio de este domingo nos habla precisamente de cómo Jesús no fue aceptado ni creído por los suyos, por sus paisanos. Allá en la sinagoga de su pueblo, al llegar el sábado la multitud se aprestó a escucharle. Pero se preguntaba con asombro: ¿de dónde saca todo eso que nos dice? ¿pero no es el carpintero, el hijo de la señora María…? Y no le creyeron. Llega a decir el Evangelio que no pudo hacer milagros, por la falta de fe de aquellos oyentes y videntes. Dirá entonces Jesús una frase célebre, que ha pasado al decir popular: nadie es profeta en su tierra, ni en su casa, ni entre su gente.

    Lo que hay de fondo en toda esta cuestión, es la cotidianeidad, la sencillez de cada día en la que Dios se ha querido manifestar y revelar. Acaso si el Mesías se hubiera presentado de un modo estrafalario, estrambótico, con mucha parafernalia, a bombo y platillo, con alharaca y tronío…, entonces habrían aceptado su palabra. De hecho así esperaban algunos grupos al Mesías.

La respuesta de Dios entonces y siempre, suele tener ese tono sencillo y cotidiano. Él puede responder en un momento dado a través de lo extraordinario y excepcional, pero suele responder, más bien, en los avatares y personas del cada día. Quienes le esperaban en la prepotencia y notoriedad política, religiosa, terrorista (que para todo había), fueron incapaces de reconocer el Rostro de Dios y su Palabra en Jesús. Santa Teresa lo dirá con su acostumbrado gracejo diciendo que «Dios está entre los pucheros». Y eso es lo que nos dice el Evangelio de este domingo: descubrirle en los entresijos de nuestros días laborables y festivos, en los momentos sublimes o vulgares, en los esperados o sorpresivos. Jesús está mucho más cerca de lo que pensamos, porque también Él es «paisano» nuestro, y camina en nuestras calles, y nos habla en nuestros lenguajes. Pero también hoy, como siempre, sólo los de corazón sencillo y pura mirada, son capaces de reconocer a quien nunca se marchó de nuestro lado.

 

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm

Arzobispo de Oviedo

5 junio 2015

14º Domingo Tiempo Ordinario

ENTRE LOS PUCHEROS

Lectio divina. XIV T.O. Mc 6,1-6

Lectio divina

 

Domingo XIV T.O Ciclo B

Mc. 6.1-6

5 Julio 2015

 

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Jesús, te presentas ante mí como lluvia,

como aire fresco que aviva y estimula la tierra reseca

en la que a veces se convierte mi corazón.

 

Tu Palabra, se transforma en la mano suave

y firme que me empuja y acaricia,

que me grita y me susurra,

que me golpea y sana.

 

TEXTO BÍBLICO Mc. 6.1-6

Visita a Nazaret

    Saliendo de allí se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:

    «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?».Y se escandalizaban a cuenta de él.

    Les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa». No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

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    Los vecinos se asombran ante la enseñanza de Jesús. Al parecer, no les interesa el mensaje de la Palabra. Buscan algún milagro a favor de su pueblo y de sus familias.

    Sólo conocen de Jesús la relación humana de su familia y del ambiente popular de Nazaret. Le ven sólo desde el lado humano: ¿No es éste el carpintero?

    La pregunta inquietante es: ¿quién es Jesús? Quedaron desconcertados los paisanos de Nazaret. No acertaban a dar con la respuesta. En vez de mirarle como el enviado de Dios, el Mesías, sólo le quieren interpretar desde sus coordenadas humanas. En definitiva, los vecinos de Jesús no supieron ver más allá, mirarlo como el profeta esperado. Les falló, una vez más, la fe.

    Y es que Dios se presenta calladamente, en lo más rutinario y normal de la existencia humana. La raíz de la incredulidad está en la incapacidad de descubrir y ver a Dios en lo ordinario de cada día.

    La incredulidad rechaza la salvación que ofrece el Señor. Y esto sucede, no sólo en Nazaret, sino en todo lugar y en todo tiempo. Hay personas que sólo piden a Dios bienes materiales: salud, trabajo, prosperidad… No van más allá.

    Jesús viene ofreciendo y dando la vida verdadera. La fe pequeña de muchos cristianos se ve estrellada cuando no consiguen de Dios, a pesar de sus oraciones, lo que le piden.          Es necesario purificar nuestra fe, que con frecuencia, no es más que un barniz de religiosidad.

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  • De alguna manera también tú, eres «vecino» de Jesús: conoces su vida, su enseñanza, crees en Él… Ante la escucha de su Palabra no te quedes indiferente. Después de haberla contemplado en la oración, esfuérzate por llevarla a la práctica en tu vida.
  • En tu relación con el Señor, en el diálogo de la oración, en la fe que tienes, ¿no te estarás comportando como los paisanos de Nazaret? ¿Qué pides en la oración, hacer la voluntad de Dios o que el haga tu voluntad?
  • Al escuchar su Palabra, ¿tratas de descubrir lo que Dios quiere de ti o intentas que Dios haga lo que le pides? ¿Le presentas tus «méritos» o te sientes necesitado y pobre ante Él?
  • Al Señor lo rechazaron en su pueblo y dudaron de sus enseñanzas. Aplicando este pasaje a tu vida, ¿qué puntos en común existen? Hoy, ¿cuáles son las excusas y los pretextos que se colocan para dudar y desconfiar, o para no implicarse en las cosas de Dios’? ¿y tú, cómo reaccionas ante las objeciones y el rechazo que puedes tener en tu ámbito laboral, tu familia, tus amigos…?

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Jesús estoy aquí,¿qué esperas de mí?

Mis manos están vacías, ¿qué puedo ofrecerte?

Sólo sé que quiero ser diferente.

        ¿Qué esperas de mí?

Mis ojos, temen al mirarte, quisiera poder enfrentarte 

Amar como Tú amas,

Sentir como Tú sientes,

Mirar a través de tus ojos

Jesús. 

Contigo mi camino es difícil,

me exiges abrir un nuevo horizonte

y en la soledad de mi noche

no puedo abandonarte, Jesús en mi penetraste,

me habitaste, triunfaste y hoy vives en mí.

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  • Acoger a Jesús como profeta significa estar dispuesto a escuchar el mensaje que nos trae en nombre de Dios. La vida profética de Jesús nos obliga a transformar profundamente nuestra vida.
  • La imagen que tengamos de Jesús condiciona nuestra forma de vivir la fe. Si nuestra imagen de Jesús es pobre, parcial o distorsionada; nuestra fe, será pobre parcial o distorsionada. ¿Por qué nos esforzamos tan poco en conocer a Jesús? ¿Por qué nos cuesta aceptarlo?
  • El evangelista Marcos narra este episodio para advertir a las comunidades cristianas que Jesús puede ser rechazado precisamente por quienes creen conocerlo mejor: los que se encierran en sus ideas preconcebidas sin abrirse a la novedad de su mensaje ni al misterio de su persona. ¿Cómo estamos acogiendo a Jesús los que nos creemos «suyos»?
  • En medio de un mundo que se ha hecho adulto, ¿no es nuestra fe demasiado infantil y superficial? ¿No vivimos demasiado indiferentes a la novedad revolucionaria de su mensaje? ¿No es extraña nuestra falta de fe en su fuerza transformadora?
  • A Jesús no se le puede entender desde fuera. Hay que entrar en contacto con Él, dejar que vaya introduciendo poco a poco en nosotros cosas tan decisivas como la alegría de vivir, la compasión o la voluntad de crear un mundo más justo. Dejar que nos enseñe a vivir en la presencia amistosa y cercana de Dios. Cuando uno se acerca a Jesús, no se siente atraído por una doctrina, sino invitado a vivir de una manera nueva.

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  • Pide al Señor que tu falta de fe no te haga mirar más que a lo visible, a lo terreno, a lo que pueda beneficiarte materialmente. Pon tus ojos en el Señor
  • La oración, en frase de Santa Teresa, es «tratar de amistad con quien sabemos nos ama». Condición indispensable para esta amistad es una fe firme. Pídele que te introduzca en ese amor de Dios.
  • Con la ayuda de Dios, pedida en la oración, intenta que las personas que te rodean descubran a Jesús por encima de sus ideas, del pensar que ya conocen todo de Él.

 

NO ES ÉSTE EL CARPINTERO

Secretariado de Catequesis de Cádiz y Ceuta

La vida: obra maestra del Creador. Laudato si’

    

La vida: obra maestra del Creador. Laudato si’

Verde que te quiero verde, decía García Lorca en su Romance Sonámbulo. Verde soñó Dios su obra, verde como la esperanza que nos regala su esmeralda bella y buena cuando la miran sus ojos creadores. Así rezan los primeros versos de la Biblia cuando nos cuentan cómo hizo Dios sus cosas llamando a cada una mientras iba poniéndoles un nombre. Miró lo que sus manos amasaron, cuando sus labios lo llamaron a la vida, y esos ojos cálidos vieron la firma de su autor con la rúbrica de la bondad y la belleza.

    El Papa Francisco nos ha regalado una preciosa encíclica. No es un simple refrendo ecologista, ni un posicionamiento sin más ante los cambios y los climas. Sería reductor zanjar así tan amplia y profunda reflexión que se inspira en un verdadero cristiano: San Francisco de Asís y su cántico de las criaturas. Se inspira en él: porque «era un místico y un peregrino que vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo. En él se advierte hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior» (LS 10).

No se trata de un canto bucólico que se rinde ante una retórica esteticista que no sabe de compromiso. Dice el Papa sobre la creación que «esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes» (LS 2). Pero no se aboga por un romanticismo ecológico que tuviera la impostura máxima de querer defender la naturaleza justificando el aborto de los niños, o proteger a los seres débiles que nos rodean pero prescindiendo del embrión humano como desechable (LS 120).

Formamos parte de un sueño de Dios, fuimos eternamente pensados y queridos por Él como criaturas distintas de una creación bella y bondadosa. Dice Francisco conmovido: «¡Qué maravillosa certeza es que la vida de cada persona no se pierde en un desesperante caos, en un mundo regido por la pura casualidad o por ciclos que se repiten sin sentido! El Creador puede decir a cada uno de nosotros: «Antes que te formaras en el seno de tu madre, yo te conocía» (Jr 1,5). Fuimos concebidos en el corazón de Dios, y por eso «cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario»» (LS 65).

    Pero tenemos tal interdependencia que no podemos cuidar o destruir lo que nos rodea sin que eso afecte al resto de la creación: «Dios nos ha unido tan estrechamente al mundo que nos rodea, que la desertificación del suelo es como una enfermedad para cada uno, y podemos lamentar la extinción de una especie como si fuera una mutilación» (LS 89). Cuidar y proteger esa casa común, más allá de los intereses económicos, políticos, consumistas, es un modo de salir al encuentro de los hombres más pobres: «Dios creó el mundo para todos. Por consiguiente, todo planteamiento ecológico debe incorporar una perspectiva social que tenga en cuenta los derechos fundamentales de los más postergados… Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno» (LS 93).

    Se invita a una ecología integral: ambiental, económica, social, cultural, cotidiana (LS 138-162). Todos estamos comprometidos, creyentes y no creyentes, quienes tienen una responsabilidad política (LS 164-198) y cuantos vivimos la fe con una espiritualidad que se hace educación y genera una nueva cultura (LD 200-232). Alabado seas, mi Señor, por la vida que nos das, por los ojos para contemplarla, por el corazón que nos mueve a cuidarla y a compartirla.

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm

Arzobispo de Oviedo

¿Cómo se hace nueva la Nueva Evangelización?

 

¿Cómo se hace nueva la Nueva Evangelización?

 El concepto de Nueva Evangelización tiene ya varias décadas. El Papa Juan Pablo II en su discurso a los obispos del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), el 9 de Marzo de 1983, en Puerto Príncipe, Haití, haciendo alusión a la celebración de los quinientos años de evangelización en América Latina, les decía: «La conmemoración del medio milenio de evangelización tendría su significación plena si es un compromiso… no de re-evangelización, pero sí de una Evangelización Nueva: nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión.»  

Resultan evidentes las rápidas y profundas transformaciones que ha experimentado, desde entonces, el contexto sociocultural y religioso. Autores de diversas disciplinas y algunos documentos del Magisterio (por ejemplo, Navega Mar Adentro Nº 24.) eclesial se han referido al desarrollo de un tiempo inédito, señalando la diferencia entre una simple época de cambios y un rotundo cambio de época. La Nueva Evangelización es, en este momento histórico, un tema de reflexión de la Iglesia sobre sí misma y sobre su modo de anunciar. Requiere cuidado y discernimiento y una profunda comprensión del hombre, que es su destinatario, y de la cultura en la que él vive.  

En lugar de centrarnos en cuál es la concepción de Nueva Evangelización que hoy prevalece en la Iglesia o en posibles transformaciones conceptuales (la Lineamenta y el Instrumentum Laboris reconocían ya la no univocidad del sentido del término. Durante el Sínodo quedó claro, según ha recogido Enzo Biemmi, que por Nueva Evangelización  se entiende el anuncio del Evangelio en los países de antigua cristiandad, es decir, a personas bautizadas pero que han abandonado o corren el riesgo de que se apague su fe) realizadas a lo largo de tres décadas, elegimos, en cambio, preguntarnos ¿cómo se hace nueva la Nueva Evangelización? O, mejor aún, ¿qué la hace nueva? Al respecto, señala Enzo Biemmi, que participó en el Sínodo de 2012, que pudo observar tres desplazamientos o tres conversiones, al menos parciales, en los puntos de vista que llevan a responder estas preguntas. Son, precisamente, estos desplazamientos los que configuran la novedad de la Nueva Evangelización.

1. Nueva Evangelización como regreso de la Iglesia al Evangelio

Durante mucho tiempo creímos que el mensaje cristiano no llegaba al corazón de las personas por una cierta incapacidad de los agentes, quienes no acertaban en los métodos adecuados. Esto, en parte, tiene algo de cierto, pero esta perspectiva advertida por Biemmi durante el Sínodo no se refiere a este aspecto. No es una cuestión de falta o de improcedencia de tácticas. Benedicto XVI lo dijo claramente: «No se trata aquí de encontrar una nueva táctica para relanzar a la Iglesia. Se trata más bien de deponer todo lo que sólo es táctica y buscar la total sinceridad… llevando la fe a su plena identidad, eliminando de ella lo que sólo es aparentemente fe pero que en realidad es convención y costumbre.». (. Discurso a los católicos comprometidos en la Iglesia y en la sociedad, en su viaje a Alemania, 25 de septiembre de 2011.)

La crisis en la transmisión de la fe interpela a la Iglesia a una segunda escucha, a hacerse discípula del Evangelio, a sentarse a sus pies para recibirlo en su corazón y renovarse en santidad. La Nueva Evangelización es, en este sentido, una cuestión de conversión al Evangelio. 

2. Nueva Evangelización como reforma  de la imagen de la Iglesia

«Es necesario que la práctica cristiana oriente la reflexión hacia un lento trabajo de construcción de un nuevo modelo de ser Iglesia, que evite las asperezas del sectarismo y de la religión civil, y permita … seguir manteniendo la forma de una Iglesia misionera.»( Lineamenta Nº 9) Cuando los Lineamientos preparatorios al Sínodo se refieren a los peligros del sectarismo hacen alusión a una Iglesia cerrada sobre ella misma, alejada de la cultura y con estilos y propósitos más eclesiocéntricos que reinocéntricos. La llamada «religión civil» hace referencia a aquel cristianismo sociológico que caracterizó el tiempo de «cristiandad», cuando la socialización religiosa y cultural se producían al unísono. «La conversión espiritual subjetiva debe también convertirse valientemente en reforma estructural para que el Evangelio sea comunicado por la Iglesia de modo coherente tanto con sus palabras como con la imagen que presenta en la historia.» (Cfr. Hno. Enzo Biemmi, durante su ponencia en la Asamblea de la AECA, 2012). 

3. Nueva Evangelización con el signo de la reciprocidad

Esto nos pone en contacto con dos maneras sustancialmente opuestas de encarar la relación Iglesia y cultura. La Iglesia entendió desde hace tiempo que debía mirar y escuchar la cultura, pero muchas veces lo hizo desde una posición unidireccional y monocultural: como quien diagnostica y establece unas pautas destinadas a otros, a quienes más o menos explícitamente se  los sitúa afuera y en situación de tener que recibir aquello que la Iglesia ofrece. Una posición situada bajo el signo de la reciprocidad ve a la Iglesia peregrinando en la historia, como compañera de camino de los hombres y de las mujeres de este tiempo. «Es la recuperación de la perspectiva de Gaudium et Spes: la Iglesia tiene tanto para dar como para recibir. Honrar el punto de vista de Gaudium et Spes significa que la Iglesia comprende que la cultura no sólo es objeto de evangelización sino que contiene en sí misma, gracias a la acción del Espíritu que la precede, una palabra de Evangelio para ella. Se da entonces un verdadero diálogo en el que la Iglesia se apoya en la cultura, en algunos de sus elementos, y gracias a ellos se ve a sí misma y vuelve a comprender el Evangelio de otra manera y por tanto aprende a vivirlo de otro modo, a pensarlo y a proponerlo de una manera inédita.» (Cfr. Hno. Enzo Biemmi en la ponencia ya citada)


 En síntesis: la evangelización es nueva en la medida que parte de una renovada escucha del  Evangelio (conversión), reformula el rostro de la Iglesia de manera que se convierte en ícono del Evangelio (reforma), y nos lleva a estar de buena gana y de modo dialogal dentro de nuestra historia y nuestra cultura (inculturación).( Cfr. Hno. Enzo Biemmi en la ponencia ya citada).  

Ana María Cincunegui. ISCA

PRESENTACION DEL CATECISMO “TESTIGOS DEL SEÑOR”

PRESENTACIÓN DEL CATECISMO «TESTIGOS DEL SEÑOR»

TESTIGOS DEL SEÑOR. JUNIO 2015

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En la tarde ayer, martes 23 de junio, tuvo lugar en los salones de la Parroquia de San José Artesano, de la ciudad de San Fernando, una reunión  dirigida por el Director del Secretario Diocesano de Catequesis Manuel López, para explicar el proyecto de Catequesis implantado en la Diócesis y que tiene como novedad para este nuevo curso el catecismo «Testigos del Señor» aprobado por la Conferencia Episcopal, y decretado por el Sr. Obispo Don Rafael Zornoza, como libro de referencia de la catequesis de Iniciación Cristiana , en su tercera etapa.


La reunión contó con la presencia de Lázaro Albar Marín, Vicario de la Bahía y La Janda y párroco de San José Artesano, así como catequistas de la mencionada parroquia y de la Oliva, acompañándonos también el párroco del Buen Pastor.


Durante la reunión Manuel López explicó detalladamente el catecismo «Testigos del Señor», que sigue un novedoso esquema, centrado en la Vigilia Pascual, desglosando cada parte del mismo de un modo pormenorizado y claro, y respondiendo a cuantas dudas se plantearon por parte de los asistentes. Este Catecismo está proyectado para la evangelización de niños a partir de 10 años, pero abre también las puertas a jóvenes y adultos.


Manuel López apuntó la importancia de tener el catecismo «Testigos del Señor» como referencia, pues contiene la síntesis básica de nuestra Fe y señaló la necesidad de dinamizar las catequesis  y fomentar la participación activa de los catecúmenos en cada encuentro, haciendo especial hincapié en la necesidad de fundamentar la catequesis en la transmisión del conocimiento desde la experiencia de Fe.


Al término de la reunión se mantuvo un pequeño coloquio donde se trató de solventar algunas dudas y preguntas y se compartieron opiniones y experiencias sobre los distintos enfoques de la Catequesis en cada parroquia.

 

Estefanía García Guerrero.

Parroquia San José Artesano.

LEVANTARSE DE LA MUERTE Mc 5, 21-43

LEVANTARSE DE LA MUERTE Mc 5, 21-43

     La Palabra de Dios de este domingo comienza haciendo una proclama a favor de la vida, diciendo que el Creador ama a su criatura, que no quiere que perezca ni se malogre en ningún sentido (Sab 1,13-15). El hombre de todos los tiempos podrá decir que en esto coinciden tanto el designio de Dios como el corazón humano: ni Creador ni criatura quieren la muerte.

    Pero es demasiado evidente la crónica negra que a diario pinta de luto oscuro la realidad de los vivientes. La muerte de tantos modos. Sin embargo, más allá de todas nuestras trampas e incoherencias, seguimos soñando con el proyecto de Dios, tantas veces truncado y censurado: hemos sido creados para la vida y para el amor, para ser felices, dichosos, bienaventurados.

    Jesús en este Evangelio nos sale al paso para darnos de nuevo la palabra. Él vuelve con los suyos a la otra orilla, tras un viaje de ida que veíamos el domingo pasado en el que se puso de manifiesto la fe tan inmadura de los discípulos. La escena de hoy también nos habla de fe: la de un jefe de la sinagoga, y la de la mujer que sufría hemorragias. Jesús no desea ni el dolor ni la muerte: ahí está su actitud ante el dolor de la enfermedad de una mujer y ante el desgarro de la muerte de la niña.

    La hemorroísa quedará curada por la fe y también será la fe de Jairo, el padre de la pequeña, la que obtendrá el milagro de su resurrección: «no temas, basta que tengas fe» dirá Jesús a Jairo cuando le comunican el fatal desenlace. Hay un pequeño grupo de personas muy significativas en la casa de Jairo, que pertenecían a la usanza y folklore judíos: los flautistas y las plañideras. Su labor constituía en crear un ambiente dramático al del por sí drama de la muerte. Al entrar Jesús, estas personas tienen que salir: son incompatibles quienes cantan a la vida y quienes plañen a la muerte. 

    En nuestro mundo de cada día, hay muchas muertes de tantas formas, naturales y artificiales, manifiestas y aterciopeladas, y abundan también las plañideras y flautistas de turno que crean y fomentan el terror, la corrupción en todas sus variantes, la tristeza y el desencanto, pero también hay gente que generan alegría, esperanza, vida. Los testigos de la fe hemos de pedir incesantemente la ayuda del Señor para que desaloje la muerte y a sus músicos y plañideros, y trabajar para que nuestra presencia sea prolongación de la de Jesús, porque la sanación y vivificación de Jesús pasa por nuestras manos a través de las cuales Él bendice, amonesta, acoge y acaricia.

† Fr. Jesús Sanz Montes, ofm

Arzobispo de Oviedo

Domingo XIII Ciclo B

Domingo 28 de junio de 2015

PINCHAR AQUÍ PARA ABRIR: LEVANTARSE DE LA MUERTE

UNA APUESTA DIOCESANA PARA EVANGELIZAR EN COMUNIÓN.

JORNADAS NUEVA EVANGELIZACIÓN. DIÓCESIS DE TENERIFE.

UNA APUESTA DIOCESANA PARA

EVANGELIZAR EN COMUNIÓN.


El obispo de Cádiz y Ceuta y el vicario general, Rafael Zorzona y Fernando Campos, respectivamente, desarrollaron la primera ponencia de las Jornadas Nueva Evangelización. «Una apuesta diocesana por evangelizar en comunión» fue la iniciativa que presentaron a los participantes. Desde un relato cronológico iniciado en 2011 hasta este momento.

Los grupos «cenáculos» fue la oferta diocesana para evangelizar. «Hay mucha sed de Dios», aseveró. Hace falta algo más. Tras este primer momento y la convocatoria inicial se pasó al cuestionamiento sobre si ¿evangelizamos?. No hay evangelizador sin evangelizadores, ni misión sin misioneros. Desde esta realidad la diócesis trató de propiciar el encuentro vivo con el Señor, y así nació la «escuela de evangelizadores».

«Buscamos algo más». Ese fue el lema que sirvió al vicario general de Cádiz-Ceuta para proseguir el relato de esta propuesta misionera. Esa búsqueda congregó a un buen número de diocesanos para participar en esta escuela de evangelizadores estructurada en cinco sesiones desarrolladas en cinco sábados. Una Eucaristía, una charla-testimonio seguida de un coloquio, la adoración eucarística, la presentación de algunas iniciativas iban jalonando estos encuentros.

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El obispo Rafael Zorzona prosiguió el relato con las distintas posibilidades que plantearon para continuar la misión, al tiempo que para renovar la pastoral ordinaria desde los agentes de pastoral que habían participado en la «escuela de evangelizadores. Este era el tercer paso. Así nació la escuela del «discipulado». Esta oferta respondía a la necesidad de mejorar la vivencia como discípulos de Jesús. Se trataba de favorecer un proceso de conversión más que de formación en sentido limitado. El acompañamiento aparecía entonces como una clave del proceso.

Además, se inició con los jóvenes una escuela específica desde discipulado. Los más jóvenes empezaban a realizar experiencias evangelizadoras como la de centinelas, una luz en la noche. Desde esas experiencias surgía la necesidad de una mejor capacitación.

¿Y el futuro? Pues seguirán- dijeron ambos- en este proceso. Avanzar en la iniciativa de formar un discípulo.

La presentación de los diversos talleres que se iniciarán el sábado sirvió para dar paso a la cena y al momento de compartir de los participantes.

TALLER 1: INICIATIVAS DIOCESANAS PARA LA MISIÓN: CENÁCULOS.

Dirige: Fernando Campos Rosa. Vicario General de Cádiz.

Fernando Campos Rosa es sacerdote y vicario general de la Diócesis de Cádiz y junto al obispo Zornoza, se ha embarcado en la tarea de impulsar la Nueva Evangelización en Cádiz y Ceuta. Es el responsable de la Escuela de Evangelizadores y la experiencia de los Cenáculos.

Los Cenáculos son grupos pequeños, inspirados en las primeras comunidades cristianas (Hch 2, 42-47), donde compartir una Fe que cala y transforma nuestra forma de creer, de vivir y de relacionarnos, que crece en comunidad y que hace de Cristo el motor y el centro de nuestra vida. Más allá de la sola formación o de la oración, los Cenáculos aúnan crecimiento espiritual e intelectual en la vida cristiana, en una revisión reflexiva y compartida, e impulsan al conocimiento de los propios talentos para llevarlos hacia el servicio de la Iglesia y del mundo.

De carácter profundamente diocesano, los Cenáculos hacen también de vínculo entre las parroquias, las comunidades, grupos aislados de cristianos y el Obispo de la Diócesis, reuniendo en los grupos personas de los más variados carismas y situaciones vitales, y con experiencias radicalmente diversas y a distintos niveles del encuentro con Cristo.

Mediante reuniones regulares y frecuentes, en grupo y con el resto de la comunidad y con la Diócesis, compartiendo un mismo itinerario, los Cenáculos ponen en el centro de toda su actividad al Espíritu Santo, y están reunidos directamente bajo la autoridad del Obispo de la Diócesis y coordinados por el Vicario General.

http://canariasevangeliza.es/

Lectio divina. XIIIT.O. –B- Mc 5,21-43

Lectio divina

 

Domingo XIII T.O. Ciclo B

MC. 5. 21-43

28 Junio 2015

 

 

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Ven, Señor a «mi casa»,

a mi vida, a mi corazón.

Quiero acercarme a ti sigilosamente, Señor,

me animo a tocar tu manto para que me sanes.

Sana, Señor, todo lo que está enfermo.

Creo, Señor, aumenta mi fe.

TEXTO BÍBLICO Mc. 5. 21-43

La hemorroísa y la hija de Jairo

    Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva». Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba.

    Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando: «Con solo tocarle el manto curaré». Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba: «¿Quién me ha tocado el manto?». Los discípulos le contestaban: «Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: «¿Quién me ha tocado?»». Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad. Él le dice: «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».

    Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?». Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe». No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida». Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: Talitha qumi (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»). La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

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    Dos relatos entremezclados, dos curaciones. Los milagros de Jesús son actos que buscan, según cada caso: despertar, fortalecer y hacer crecer la fe. Las personas destinatarias de estas acciones de Jesús son personas de fe, personas que han puesto su confianza en Dios.

    El verdadero milagro que este evangelio nos quiere enseñar es que tenemos que poner, colocar, depositar toda nuestra confianza en Dios.

    Es importante que nos fijemos en los dos personajes principales: Jairo y la mujer que padecía una grave enfermedad. Ambos dan muestras de fe auténtica. Jairo al ver a Jesús se echó a sus pies para presentarle su súplica: que se acercara a curar a su hija.

    La mujer enferma, cuando quiere confesar que ha sido ella la que ha tocado el manto de Jesús, también realiza el mismo gesto: se echó a sus pies.

    Este gesto es mucho más que un gesto físico. Cuando uno se arrodilla ante alguien, pone absolutamente toda su confianza en esa persona. Es un gesto que demuestra el total abandono de la propia persona ante la otra.

    Jairo y la mujer enferma nos enseñan que solamente ante Dios podemos abandonarnos de esta manera, depositando nuestra confianza en Él.

    Fijémonos ahora en Jesús. Él decidió cambiar su camino y acudir hasta la casa de Jairo, este padre con una fe sincera, le ha conmovido. Jesús toma la palabra para que la fe de Jairo no se venga abajo. Confía Jairo, si tienes fe, si confías en el poder de Dios encontraras el consuelo necesario. Jairo habiendo recibido el aliento de Jesús le conducirá hasta la cama de su hija, allí Jesús rescatará a su hija de la muerte.

    Las palabras que Jesús dirige a la mujer enferma van en la misma dirección. La mujer se sentía impura, por eso no se atreve a hablar en un primer momento a Jesús. Pero cree tanto en Jesús que piensa que con solo acercarse a Él y tocarle será suficiente. Jesús quiere encontrar a esa mujer porque quiere restituirle su dignidad. Ha curado su enfermedad física pero también le ha devuelto la confianza en sí misma. La fe de esta mujer, de nuevo, ha producido el milagro.

    Sin pretensiones, sin querer determinar la acción de Dios, presentémonos ante Él simplemente con una fe sincera. Abriéndole nuestro corazón, diciéndole lo que necesitamos. Él hará el resto.

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  • Por su fe Jesús sana a la mujer y no solo eso sino que admira la fe que tenía. ¿Qué podemos hacer para que nuestra fe crezca, aumente, se fortifique? ¿Qué hacer para tener una actitud de total disponibilidad y apertura ante Dios? ¿Cómo experimentar la presencia viva de Jesús en la Palabra, en la Eucaristía, en la oración…? ¿Cómo experimentarlo en cada momento de nuestra vida?
  • La mujer enferma tuvo coraje, demostró confianza, fue osada en su actuar, y tú, ¿qué haces para demostrar tu confianza en el Señor? ¿Qué haces para que otros confíen y crean en Él?
  • ¡Cuántas cosas tienes que sanar en nuestras vidas, Señor! ¡Cuántas cosas tenemos que dejar que purifique! ¡cuántas cosas hay en nuestra vida que nos sacan la paz y nos hacen arrastrar ingratitudes, penas, dolores…! Pero no tenemos la fe de esa mujer, recurrimos a otras cosas, buscando lo que Jesús puede hacer. Actúa, Señor en nosotros, aunque no te lo pidamos.
  • Los empleados de Jairo declaran ya la muerte de la niña. Manifiestan la desilusión y desesperanza. No sabían ni presentían el amor de Jesús. ¡Cuantas veces caes tú también en la desconfianza, te falta fe, crees que no te escucha…! Pero el Señor está contigo y te dice «levántate».

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Ven, Señor, a mi vida. Sáname

Dame un corazón sensible a tu presencia

en el aquí y ahora de cada día.

Haz que crea y confíe en Ti, Señor,

a pesar de mis deficiencias.

Actúa en mi vida, Señor,

y aumenta la necesidad de seguir buscándote.

 

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  • «…tu fe te ha salvado». Es una mujer insignificante, perdida en medio del gentío que sigue a Jesús. No se atreve a hablar con Él como Jairo. Muchas personas viven entre nosotros experiencias parecidas. Humilladas, sin fuerzas para confiar a alguien su «enfermedad» buscan ayuda, paz y consuelo sin saber donde encontrarlos.
  • El mensaje de Jesús habla de amor. Su persona irradia fuerza curadora. La mujer busca su propio camino para encontrarse con Jesús. No se siente con fuerzas para mirarle a los ojos. Actuará calladamente. Le tocará sólo el manto… no importa nada. Para sentirse limpia basta esa confianza grande en Jesús.
  • Marcos nos describe en su relato dos reacciones muy diferentes ante la petición de Jairo. La de sus criados que le invitan a la resignación y la de Jesús que le invita a la confianza total. Creer, confiar en el Dios del evangelio conduce a vivir evangélicamente. Creer, confiar en un Dios Amor es disponerse a amar responsablemente.
  • Hemos de escuchar en toda su hondura las palabras de Jesús al jefe de la Sinagoga de Cafarnaúm, ante la muerte de su hija: «No temas; basta que tengas fe».
  • Santa Teresa, mujer de fe, confianza y experiencia de Dios te ofrece esta estrofa:

                Confianza y fe viva
    mantenga el alma,
                que quien cree y espera
                todo lo alcanza.

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  • Acrecienta en tu vida la confianza y humildad que tanto Jairo como la mujer demuestran delante de Jesús.
  • ¿De qué situaciones hoy Jesús viene a levantarte? ¿y a las personas que tienes más o menos cercanas: familia, parroquia, amigos, grupo de fe o de trabajo…? Piensa como puedes contribuir para que esto sea una realidad.
  • Comprometete a ser portador de noticias de vida, aunque la realidad te invite a creer lo contrario como les pasó a los sirvientes del jefe de la sinagoga. Jesús puede cambiar tu vida.
  • Sigue a Jesús, que no solo devuelve la vida a la niña del jefe de la sinagoga, sino que se preocupa que coma algo.

 

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Secretariado de Catequesis de Cádiz y Ceuta

Intenciones de la CEE para el año 2016 por las que reza el Apostolado de la Oración.


Intenciones de la CEE para el año 2016 por las que reza el

Apostolado de la Oración.

Enero: Por la Iglesia, extendida por todo el mundo, para que el Señor la fortalezca y la guíe como testigo de su amor, para que pueda realizar su misión evangelizadora y se alcance la unidad de todos los cristianos.

Febrero: Por los consagrados y consagradas, para que vivan su entrega con la alegría del Evangelio, y sean testigos en el mundo de los valores del Reino.

Marzo: Por las vocaciones al sacerdocio, para que los jóvenes escuchen la llamada del Señor y respondan con generosidad a ella, y el fomento de las vocaciones sea un empeño de todos los miembros de la Iglesia.

Abril: Por los niños que son bautizados y los que reciben por primera vez la Eucaristía; y por los jóvenes que son confirmados; para que todos ellos sean miembros vivos de la Iglesia y colaboradores activos de su misión.

Mayo: Por el pueblo cristiano, para que acogiendo, como María, la Palabra de Dios con fe y humildad crezca en el conocimiento de la fe y viva cada vez más de acuerdo con ella.

Junio: Por el Papa Francisco, Obispo de Roma y sucesor de Pedro, para que el Señor le asista en su misión de pastor de la Iglesia universal y confirme a sus hermanos en la fe.

Julio: Por los que sufren de manera especial las consecuencias de la crisis económica: los desempleados y sus familias, sobre todo los más jóvenes, a fin de que con la ayuda de Dios y la solidaridad de todos encuentren un trabajo digno y estable.

Agosto: Por todos los cristianos para que aprovechen el tiempo de descanso para mejorar el encuentro con el Señor, con las familia y el sano disfrute de la naturaleza.

Septiembre: Por quienes buscan a Dios sin saberlo, y por los que viven alejados de la fe, para que la vida de los creyentes les ayude a descubrir el rostro del Dios vivo, revelado en Jesucristo.

Octubre: Por la Iglesia en España, para que siga viviendo la inquietud misionera y alentando a quienes entregan su vida a la difusión del Evangelio.

Noviembre: Para que el Señor aumente en todos los fieles una fe más firme en la Vida Eterna y crezca el testimonio de la esperanza cristiana.

Diciembre: Por todos los fieles cristianos, para que la venida del Hijo de Dios en nuestra carne aumente la esperanza en la venida gloriosa del Señor y fortalezca en todos, un mayor aprecio por la vida naciente y la armonía en la familia.

EL TEMPORAL (Mc 4,35-40)

EL TEMPORAL (Mc 4,35-40)

     Los discípulos que sienten miedo ante la tempestad mientras van en la barca con un Jesús que duerme. Habían estado disfrutando del inusitado éxito que la predicación de su Maestro tenía en el gentío, y habían gozado con la explicación detallada de las parábolas que a ellos les hacía después en privado. Todo era tan hermoso, pero Jesús les arranca de allí al atardecer para conducirlos a la ribera opuesta. Por eso les dolía la aparente pasividad durmiente de Jesús.

    Era una tormenta bien real: fuerte huracán, olas que rompen contra la barca, agua que la llena hasta anegarla…; como real era el sueño de Jesús: en la popa, sobre un almohadón, dormido de veras. El testigo quedó impresionado y anotó un sin fin de detalles de aquella escena. El discípulo de Jesús, entonces y siempre, no es el que tiene la vida más fácil, como si en el bautismo nos «perdonasen» las fatigas y el penar que toda andadura humana conlleva.

    La aventura de la fe no rebaja el realismo de la vida, ni camufla todo lo que ésta trae en positivo y en negativo. La novedad consiste en que la fe nos permite ver y vivir lo que vive y ve cualquier persona, pero con otro significado: el que se deriva del acontecimiento cristiano, el que aprendemos en la Persona y la Palabra de Jesús. Esto es lo que aporta la fe ante el dolor, la enfermedad, ante la misma muerte. Si no se tiene fe, o es insuficiente, entonces el cristiano vive su existencia como la puede vivir cualquiera: desde la euforia o la depresión, desde el miedo o la osadía, con pánico o con calma… todo depende del fugaz estado de ánimo o de la circunstancia.

    Hay que leer este Evangelio descubriendo las tormentas que acechan nuestro camino, los nubarrones que amenazan el presente de la humanidad: ¿la violencia, la guerra, el paro, las mil infidelidades, la corrupción, la inseguridad, la debilidad de pensamiento…? Y ¿cómo reaccionamos? Porque hay gente que se tapa los ojos para no ver, o declina la responsabilidad e inculpa al gobierno de turno, a la Iglesia, o incluso a Dios. Pero también hay gente que afronta con serenidad responsable la construcción de un mundo nuevo, más allá de las nubes que lo asustan y atemorizan, y ponen lo mejor de sí para hacer una sociedad menos tempestuosa, que glorifica a Dios y dignifica al hombre.

    Gente que sabe que Jesús está en la misma barca, y que nos encamina a la otra orilla, al puerto seguro. Esta es la sabiduría de los muchos santos que en el mundo han sido: haber descubierto que ante las tremendas tempestades de la vida, el Señor no está ausente ni dormido, sino que actúa en nuestra libertad, en nuestras manos desatadas de cualquier esclavitud y en nuestro corazón despierto de cualquier dormidera.

 + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm

Arzobispo de Oviedo

 21 junio 2015

12º Domingo Tiempo Ordinario

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